jueves, 15 de julio de 2010

Soy solo palabras.

La Feria de Teatro en el Sur de Palma del Río es una feria porque no es un festival, porque no es un certamen, porque no es una muestra. Las ferias son, en sus orígenes, núcleos de encuentro entre contratistas que durante el día, entre copas y charlas, se negociaban compras y ventas y al tiempo intentaban arreglar la situación del gremio en cuestión. Palma, durante cuatro días, se convierte en eso, un encuentro entre profesionales, programadores y público, ofreciendo un resumen del panorama actual de la escena andaluza y parte de la del resto de España. Y entre debate y debate, negocio y negocio, charla y charla, se disfruta de las representaciones que ofrece la programación de la Feria. Pero existe un problema, por llamarlo de alguna forma, cuando sin saber muy bien porqué una función te llega, te arrastra por dentro, te toca en un ladito del alma y te recuerda lo que eres. Solo entonces eres consciente que el arte escénico tiene un objetivo y hay compañías que lo logran.

Es lo que pasa con La permanente. Una palabra no cuenta una historia, no representa una historia, presenta una realidad interior. Dos elegantísimas artistas, Paloma Díaz e Isabel Vázquez, bajo la batuta, del siempre maestro, Alfoso Zurro nos plantean el poder de la palabra, del silencio, del cuerpo como elemento comunicativo, del no cuerpo como elemento comunicativo también. Con una técnica contemporánea exquisita llegan a convertir su cuerpo como único elemento físico que soporta la palabra, que llega a vestirse de palabras, palabras escondidas, palabras sobre el cuerpo, palabras bajo el cuerpo, palabras sonoras, palabras silenciosas, palabras dichas, palabras pensadas, palabras calladas. Paloma Díaz e Isabel Vázquez consiguen trasportarnos a la nada, a la nada del concepto, a la nada del sonido, a la nada del cuerpo. Las dos actrices, las dos bailarinas, hacen de su cuerpo, de sus brazos, de su lengua, de su boca un festín de imágenes evocadas en nuestra mente, en nuestro coco, en nuestra epidermis. Nos piden, nos exigen, completar el discurso, Zurro exige un público activo, sin filtro, capaz de imaginar y crear un mundo, que no es más mundo que el nuestro.

Por su parte, LaSal, de Granada ("Ay Granada, calle de Elvira") nos trasporta también a un reino donde solamente la imaginación tiene cabida. El reino de un niño donde el tiempono existe, el reino de un niño que quiere hablar cuando quiere y "callar cuando no tiene nada que decir", un niño que protesta y grita: "no prometáis lo que no vais a poder cumplir". El reino de un guapísimo actor Ruben Martín, porque como dice mi maestra, Begoña Valle, el actor que es guapo sobre el escenario es aquel que está donde tiene que estar y Rubén está donde tiene que estar, no en otro sitio. Una presencia arrolladora la de este niño adulto que nos enseña a adultos y niños, valga la redundancia, a estar solos, porque estar solos no es tan malo, porque la imaginación, la magia, el cuento, se hacen realidad y, a veces, para sobrevivir en esta soledad de esta puta vida es necesario rodearse de lo que no existe, de lo que tenemos dentro, de lo que imaginamos. Una lección magistral la que nos hace Julia Ruiz, con una dirección impecable del montaje, que una vez más hace disfrutar a pequeños y pensar a mayores. Un niño solo en su cuarto, un cuarto en el que lo audiovisual y la magia se hacen presentes, pero no como apoyo de la acción dramática, sino como elemento escénico al mismo nivel que el texto, el espacio y la palabra. Una obra infantil de la que deberían aprender muchas funciones para adultos, aquellas que no innovan y que creen que el público adulto es demasiado mayor para deleitarse en la magia del teatro. Mientras tanto, esta compañía consigue que volvamos a sonreir, agunos con los ojos húmedos, porque volvemos a recordar el motivo por el que estamos tan enganchados a este mundo que llamamos teatro.

Sin duda, dos de los mejores montajes que han pasado por la Feria de Palma 2010. También se escuchan aplausos para Albena Teatre y también pudimos disfrutar de un musical de factura impecable protagonizado por Cristina Almazán y Patricia Díaz, Amores Rodados. Y otra revelación, para un servidor, Vaivén Circo-Danza, también de Granada, con su Cayuco lleno de sueños, un espectáculo de pocos medios que consigue mucho más que producciones llenas de elementos sobrantes sobre el escenario. Vaivén hace de cuatro actores-acróbatas un deleite para los sentidos.

Por todo eso, puedo seguir diciendo: Larga vida a Palma.

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