miércoles, 6 de mayo de 2009

LA GENERACIÓN DEL DESENCANTO.

Hoy, después de marearme sobre unos tacones, ensayando La Pepa, he ido al Libertad 8. Desde que llegué a Madrid, eso fue en Septiembre del 2006, nunca he ido. Allí, Celia me intentaba explicar porque estaba triste, no ella, sino yo. Más o menos me venía a decir que nuestros padres habían vivido una etapa en la que todo lo que querías conseguir después de un gran esfuerzo lo conseguías. Todo lo soñado se podía casi tocar si le ponías empeño. Eso lo tomamos nosotros como ejemplo y nos hemos esforzado, mucho. Pero no siempre conseguimos ser lo que siempre soñamos ser. (Esto parece el monólogo de la Agrado). El caso es que es verdad. Cuándo casi llegas, te caes. Cuando abres una puerta por fin, otra se te cierra. Otros consiguen lo que tú quieres sin ni siquiera planteárselo. Y aparece un nuevo abismo, y otro obstáculo más, y cada vez todo está más lejos. Y seguimos esforzándonos, intentando ser los mejores. Mejores amantes, mejores hijos, mejores amigos, mejores profesionales… pero no lo conseguimos. Y en esta carrera de fondo curtimos y ejercitamos las mejores cualidades, afianzamos una mirada crítica, agudizamos el ingenio, afilamos la lengua, disfrutamos del arte, lo sensible se hace tangible… Pero después de caer y de golpearte con puerta, tras puerta, no sabes para qué te ha servido todo eso. Uno se desilusiona, se desencanta, se enfada con el Mundo. Y ahí estoy yo. Estoy muy desilusionado. Desencantado. Como toda una Generación. Pero de esa Generación no salen pintores, teatreros, poetas, músicos... no sale nada, porque el desencanto no le deja ser. Espero que sea una etapa y vengan las vacas gordas. Las que me hacen gozar.

3 comentarios:

  1. Viva Agrado! Viva Libertad 8! Y viva el desencanto!

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  2. Viva la Agrado! Viva el Libertad 8! Y viva el desencanto!

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  3. Y porque a veces tampoco sabemos qué es lo que queremos. Quizá sea un círculo vicioso en el que la autoexigencia nos hace cambiar el punto de mira y también nuestros propios objetivos. Quizá también porque la frustración, a menudo, se apodera de nuestros sueños y nos hace modificarlos por otros más realistas y quiza convencionales.
    Comparto tus ideas, y en parte tus sueños, y me pregunto: seguro que es cosa de la época?
    SANDRA.

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