lunes, 18 de enero de 2010

PÍNTAME DEL COLOR DE LAS AMAPOLAS¡¡

Creo que alguna vez he dicho que el buen teatro es el que se escribe desde el escenario, como Ángel Cobo decía de mi admirado Martín Recuerda, y este fin de semana pasado pude disfrutar de una obra escrita desde las tablas. Baldo Ruiz ha escrito una función para ser representada, ese es el secreto de esta obra, algo que no hacen muchos dramaturgos de hoy, que se olvidan que las palabras, en labios de personajes o como acotaciones explícitas, deben estar al servicio del actor y del espectador. Las palabras, el texto, en el teatro, son escritas para conmover desde el escenario, bajo los focos, y conmover significa "poner en movimiento" y Porinercia Teatro, orgulloso de que sea una compañía joven y sevillana, lo consiguen. Baldo Ruiz conmueve, inmueve, premueve, postmueve, no sólo en el discurso dramático, también en el escénico. Sabe cómo mover a los personajes, cómo vestirlos, cómo ponerle B.S.O. Y se agradece, se agradece que haya gente que sepa hacer teatro, porque esta compañía y este director, al que espero ver más veces estrenando, lo saben hacer muy bien. Una forma de escribir y poner en escena con la que me siento muy identificado, será eso que llaman la cuestión de la generación.

La comunión de las amapolas no es un drama costumbrista como me habían dicho, eso es un insulto para esta obra, es una obra llena de poesía, de esas que apetece escuchar, ver y dejarse pintar, pintar del color de las amapolas. Una madre que en los años sesenta se queda sin marido y tiene que sacar adelante a tres hijas, a las que somete al luto de la época, un luto al que se rebela cuando su vecina Sole, esa presente ausencia tan bien creada, le desvela a la madre un secreto que cambiará su visión de la vida cotidiana. Una madre perfectamente construida por Myriam Huertas, que está para comérsela en sus monólogos ante Sole, aunque se le agradecería un poqutio de más tensión en algunos momentos. Y tres hijas, tres actrices que hacen un trabajo muy correcto, pero de las que no puedo evitar destacar a Verónica Morales, siempre presente, de una fuerza controlada maravillosa, viviendo el momento a momento, una actriz generosa, siempre escuchando, en definitiva trabajando y disfrutando en escena.

Es un placer volver al sur y encontrarte con este regalo de la nueva escena andaluza, que remite a buen teatro que siempre se hizo en España, sin artificios, sin invenciones vacías de significado. Un teatro creado por inercia, la inercia de crear, de sentir la madera que hay bajo sus pies, que agarra al público de la mano y se lo lleva a pasear lejos, donde crecen las amapolas. Pero no todo el monte es orégano y mentiría si no digo que me sobra la trama del muñeco que se hace niño y que hay un poco de exceso en la utilización del audiovisual, cuando podría contar lo mismo sin tanto "metraje". Aún así, eso solo lo dice un petardo como yo que le tiene que sacar punta a todo, porque la obra está muy bien hecha y consigue levantarte el alma. De esta joven compañía deben aprender algunos veteranos de la escena sevillana que este año han pisado el Lope de Vega para dejarnos indiferentes o que han recibido el apoyo de las intituciones públicas para presentar monólogos aburridos y faltos de maestría o para repetir lo que hacen desde los años 70 y disfrazan con el nombre de lenguaje teatral andaluz. Si los que empezamos tuviéramos el mismo apoyo que ellos, a lo mejor Sevilla volvería a ser esa ciudad que llenaba teatros y que no se ponía de pie a la mínima de cambio, porque exigiría la calidad que le ofrece gente como Porinercia Teatro.

Ahora sólo queda que llegue Abril y nos presenten su nuevo montaje. Allí estaremos.

1 comentario:

  1. No!!! pensé que también estarían este fin de semana! Me lo he perdido. Le eché un ojo al vídeo que tienen y la verdad es que me supo muy bien. Suena a "bien hecho". Espero verlos pronto... Besos!

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