viernes, 29 de enero de 2010

CUNILLÉ, LUCES Y SOMBRAS

Desde hace mucho, leo a los dramaturgos catalanes. Sergie Belbel, Benet i Jornet y Sanchis Sinisterra, entre otros, acompañan mis horas previas al sueño, cuando más montajes se me ocurren, cuando más teatros pinto en mi cabeza. No sé si existe una dramaturgia catalana, hay críticos que dicen que sí, hay críticos que dicen que no. Todos estos dramaturgos tienen un punto en común, pueden escribir en catalán, por tanto se pueden reunir bajo el mismo título de una generación: el teatro catalán de finales del XX, principios del XXI. Pero si los leemos, nos damos cuenta que además del idioma existen otros espacios comunes. Existe una identidad catalana en su teatro, un localismo que hace que sus obras lleguen a una gran mayoría, a una universalidad. Existen temáticas comunes entre ellos: la incomunicación, el pasar del tiempo, el amor incompleto, la soledad, la ciudad... siempre la ciudad. Y si algo tiene muy presente la literatura y el arte que se hace en cataluña, es el concepto de ciudad. La ciudad de los desamparados, la ciudad-lobo, la ciudad de los negocios, la ciudad-noche, la ciudad de las putas, la ciudad de las casas vacías, la ciudad de las calles sin nadie, la ciudad de los transportes llenos, la ciudad... Es posible, que veamos en esa ciudad lo que antes he denominado indentidad. El teatro escrito por estos autores es un teatro de la ciudadanía y eso es lo que lo hace universal, que se siente, que late, en cada uno de nosotros que somos al fin y al cabo ciudadanos de 1001 ciudades.
Exponente de esta voz de la ciudad, en concreto de la voz de Barcelona, está Lluïsa Cunillé la autora del "Teatro de la sostracció" que diría Sinisterra. Barcelona, mapa de sombras es la obra de teatro más bonita que he leído nunca, lo puedo decir a boca llena, me gustá Kòltes, estoy enamorado de Genet, me ensueña Lorca, me priva Mamet, pero la Cunillé, como dicen algunos, consigue con esta obra leerte ella a ti en cada escena, con cada personaje. Describe una ciudad entera con seis personajes, seis identidades que se hacen una y se convierten en la voz de una ciudad, pero no de la ciudad del catalanismo, ni la que se vende como la ciudad europea de España, es la Ciudad con mayúscula, la de las soledades, la de las mentiras, la de los secretos... Su ciudad es mi ciudad y su mapa de sombras es mi mapa de sombras, se llame Barcelona o se llame Sevilla. Pero lo importante es que lo hace desde Barcelona, desde una ciudad concreta con un nombre concreto, y la Sagrada Familia es testigo, el Liceo es testigo, el Paseo de Gracia es testigo y cuando te quieres dar cuenta tú eres uno más en esa ciudad con nombre, donde una tenía un hijo y el otro una pistola, donde una es extranjera y uno se vestía de mujer, donde la Callas perdió un perrito y alguien buscaba el alma en la mesa de operaciones.
Necesitamos este tipo de dramaturgos para que la gente vuelva al teatro. Hubo una época en la que un pueblo entero se identificaba con un grupo de novelistas o con una novela en concreto, donde los poetas eran la voz de la ciudad, donde los cineastas eran los ojos de los individuos, incluso los dramaturgos hablaban por y para la gente de la calle. Luego llegó la crisis de la palabra y el no decir o el decir poco, la crisis de los canales de difusión y el dramaturgo escribía monólogos u obras de dos porque si no, no llegaban a los escenarios. La Cunillé escribe teatro porque es su profesión y lo hace con unos "ojos que lo observan todo" como dice Reixach. Una autora que escribe ocho horas diarias y que no cesa y que no concede entrevistas y que dibuja perfectamente a cada hombre y a cada mujer que puede vivir en el piso de al lado o incluso en tu propia casa.
Yo quiero un autor así en Sevilla, porque Sevilla es mi ciudad, otro en Madrid, porque Madrid es la ciudad de otro, y en Jaen, porque Jaen también es una ciudad. Y que la ciudad se haga poema y las obras de teatro se hagan mosaicos de identidades, la identidad de un colectivo, de un individuo, de una ciudad completa, de un pueblo. Un dramaturgo que escriba sobre Sevilla, pero no la Sevilla del folclore y de las Sevillanas y de los Álvarez Quinteros, eso ya no existe, porque seguramente nunca existió. Que escriba sobre hombres y mujeres que sueñan, sobre niños que crecen, sobre personas que mueren y sobre vidas llenas de esquinas como esquinas tiene mi calle.
Lluisa Cunillé es maestra de la dramaturgia española actual, aunque su voz sea catalana, aunque llene los mapas de luces y sombras, aunque no se deje fotografiar la cara.

1 comentario:

  1. Buenos días Antonio,

    Quisiera disculparme, pero no he encontrado otra manera de contactarte que a través de los comentarios.

    Soy Natalia, de Paperblog. Me pongo en contacto contigo para invitarte a conocer el proyecto Paperblog, http://es.paperblog.com, un sevicio de difusión cuya misión consiste en identificar y dar a conocer los mejores artículos de los blogs inscritos ,que sino, se diluyen entre la masa antes de llegar a los oportunos lectores. "La Caja Negra" se adapta a nuestros criterios y creo que tus artículos resultarían muy interesantes a los lectores de "Cultura y Teatro"

    Espero que te motive el proyecto que iniciamos el mes pasado con tanta ilusión. Échale un ojo y Mientras, no dudes en escribirme para conocer más detalles.

    Un saludo de todo el equipo,

    Natalia -natalia@paperblog.com
    Responsable Comunicación Paperblog

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