domingo, 25 de octubre de 2009

CHERKAOUI O DE CÓMO LLENAR EL ESCENARIO DE VIDA

Hacía mucho tiempo que no me acercaba a la danza. El último recuerdo de la danza en mí, sobre mí, tendría 13-14 años y unos botines de flamenco se apretaban a mis pies y no se quería despegar, parecía que estaban vivos. Tanto apego cogieron por mis pies esa tarde que tuve que pedir ayuda para que me los quitaran, como le sucedía a Leo en "La flor de mi secreto". Yo me apartaba de la danza como opción personal, arrancando una prolongación de mí, unas suelas de puntillas. Y hoy parece que me he re-encontrado con ella, acercándome desde las butacas del Teatro Central de Sevilla y a través de Origine, la última coreografía del belga Sidi Larbi Cherkaoui. Con cuatro bailarines, tres músicos y un panel polivalente; Cherkaoui nos presenta lo que han llegado a calificar la crítica como su mejor creación de las tres últimas temporadas. Un japones, una islandesa, una norteamericana y un sudafricano, se unen y desunen sobre un suelo-mapa, un suelo-Tierra, para hablarnos del origen del mundo y el declive del mismo y la humanidad, a través del consumo, lo tecnológico, las "desrelaciones" humanas y la frialdad social. Cherkaoui nos enseña, como bien diría el profesor Vázquez Medel, que somos cuerpo, no solo que lo tenemos. Y estos cuerpos se hacen objetos, que se usan y objetos que nos usan a nosotros. Destaca sobre todas las piezas el dueto protagonizado por los bailarines Kazutomi Kozuki y Daisy Phillips, en el que él es su coche, su paraguas, sus sandalias de tacón, en composiciones corporales imposibles y posibles, pues las hemos visto, para acabar siendo su compañero de cama, que abraza. Y redondear las metamorfosis constantes, siendo él ahora el que la objetiviza a ella, tomándola como prenda trasportada en una maleta. Proyecciones, sombras expresivas, pantallas de mac, sobre el panel polivalente, no como apoyo de la danza, sino parte de ella. El discurso escénico no está apoyado en el tecnológico, sino que se alimentan el uno del otro, aportanto significados al mismo nivel gramatical. Las relaciones humanas, la soledad, lo apocalíptico, lo integrado... todo en cuerpo y canto, con humor, angustia, risa y asfixia. El coreógrafdo belga consigue comunicar más allá de la belleza del movimiento, contruyendo y destruyendo constantemente desde el cuerpo de los bailarines para recordarnos la fragilidad humana. No estoy seguro del nivel técnico de sus bailarines, hace ya mucho que me despegué de la danza, como dije arriba, ni sé el acierto vocal de sus cantantes y el atractivo intelectual de su música medieval, oriental o libanesa... pero sé que el mensaje corre libre por ese canal tan potente que crea sobre el escenario y que se despide hacia el patio de butacas, que recibió y contestó con un largo aplauso. Olvidé que la danza era vida en movimiento y, hoy, el elenco de Origine ha hecho de lo cotidiando vida y me ha reconciliado con la danza y con el cuerpo. Aún queda un día para verlo. Corre y vívelo¡¡ Si no, te dejo una capsulita de Zero Degrees, http://www.youtube.com/watch?v=3jKpVKJdWyI, un trabajo anterior.

1 comentario:

  1. es que la danza, sin duda, remueve a otro nivel. lâstima que me lo perdî.
    me gusta lo que cuentas de la mutaciôn del, de los cuerpos.

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