miércoles, 3 de junio de 2009

SOBRE UNOS TACONES, UNOS MINEROS Y UNA FÁBRICA DE SOMBREROS.

Llegué a mi casa de Madrid el Domingo por la noche, casi terminando el mes de Mayo, tras un fin de semana lleno de experiencias en la ciudad en la que me crié. Seis horas de autobús dan para mucho, para mucho hablar, mucho pensar y mucho leer. Y dejo en mi cuarto una maleta que aún no he deshecho y no sé si eso significa algo. El Sábado me subí por penúltima vez a los tacones de Pepa, digo penúltima porque el actor que siempre la encarna ya se encuentra en España y volverá a vestirse con Ella. Tengo en mi mente grabada la imagen de sus tacones, llenos de lentejuelas, con una suela machacá. La Pepa nació en el 2005, ha pisado mucho y parece que aún resiste y seguirá resistiéndose a morir. Hace cinco años una amiga me rescató de una oficina donde pasaba muchas horas, recién licenciado, me emborrachó invitándome a ron miel y acabé dirigiendo una obra que, sin yo saberlo, habla más de mí de lo que creía. Habla de tres mujeres que se resisten a ser lo que parecen y acaban siendo lo que verdaderamente son: tres estrellas. Me resisto, me resisto a pensar que puedo abandonar la batalla. Y es entonces cuando recuerdo que, ya sin peluca y con permiso del público, quise dedicar las cinco funciones que hemos tenido en el Teatro-Duque La Imperdible a los Mineros de Bolidén. Mineros con inicial mayúsculas, padres de familias que se encuentran encerrados en un Teatro unos y en el Parlamento otros, esperando a que se lleve a cabo lo prometido y lo acordados en los tratados. Y cada noche, a las 23, poco a poco se iban congregando en el gallinero unos diez mineros dispuestos a vernos. Y entre cajas me daba por pensar qué les motiva a seguir ahí, sin duda es la esperanza… porque amigo, la esperanza debe ser lo último que se pierde. Y se ponían en pie y esos aplausos me valían más que otros tantos, porque eran los aplausos de los luchadores, de la resistencia y algo debíamos haberle tocado en el alma para darnos aliento con sus aplausos. Repaso la semana y me doy cuenta que empiezo a escuchar lo de la resistencia cuando me dicen que desde Radioactivos me van a hacer una entrevista y hablamos de la situación del Teatro. Un Teatro que agoniza, como dice Mamet y Antonio nos recuerda en El Ano del Perro, pero que resiste a morir y por algo será. Ello resisten en las ondas y en la web, porque no se cansan de comunicar en cualquier formato al que puedan acceder. Y me doy cuenta que cuando bajo al sur, hay un agua que hierve y embulle, que no tengo aquí, que es la que me hace pensar y escribir. Experimento con cada sentido y en cada poro cómo se mueve algo, por debajo, una amalgama cultural hecha con pocos medios pero con grandes intenciones… Y recuerdo que allí se están resistiendo al cierre de La Fábrica de Sombreros, que se llenó de actividades culturales desde Mayo de 2008, sin más apoyo que el de los hombros de unos cuantos. Y sentado en mi terraza miro al horizonte y no veo el mar… Y es cuando pienso ¿qué hago aquí? Y me resisto a seguir sin rumbo y entiendo que un nuevo giro debo de darme, como cuando cogí las riendas de Camino al Estrellanto, como cuando me fui a Cuba, como cuando me vine a Madrid… Y tecleo y tecleo y quizás tecleando llegue a algún lugar de cuyo nombre quisiera acordarme antes de llegar. Cano dixit.

3 comentarios:

  1. bravo cano, ojalá se escribieran más cosas con esta pasión.

    supongo que siempre es bueno tener un objetivo al que llegar, pero sin duda debe ser más interesante "estar en camino", vivir el viaje... seguir vivos.

    un abrazo lleno de resistencia. muá

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  2. me ha encantado leerte, pensando, pensando... tengo pendiente una cita con la Pepa... desde 2005 evitándonos... lo mismo podemos vernos en algún teatro del norte.

    El norte en una brújula, sobre un mapa, en mi-tu cabeza. El norte en el camino, en el viaje, como dice preescolar. Busca, busca y busca.

    Nos muestras más cosas de las que piensas. Sigue enseñándonos.

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  3. Se erizan los pelos al leerte. No pude ir a ver a La Pepa, por motivos absurdos de la vida, pero espero que todo este ir y venir de sentimientos encontrados, de sur y playa de asfalto y humo, hagan que surjan más pepas. La Márquez que te admira.

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